13 jun 2009
Estaba meciéndome en el columpio del patio con un gatito gris muy pequeño entre mis brazos, cuando escucho el rugido de un tigre. De repente siento a la fiera pasar sigilosa por mi lado. Mi corazón empieza a latir con fuerza cuando veo que el tigre da pasos lentos, rodeándome, sin quitarme los ojos de encima. Quedándose quieto frente a mí, me lanza un zarpazo. Volviendo a abrir los ojos, después de mi instintivo pestañear, veo que el gatito no es más que piel despedazada y sangre sobre mi vestido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario