15 jun 2009

Estoy en un salón muy grande, como de un palacio, y su forma es circular. Su pared curva tiene unos ventanales enormes por donde se puede ver el cielo estrellado. En ese salón estoy completamente sola, sentada en uno de los laterales de una mesa de invitados; pero me sorprendo al ver a una anciana en otra de las sillas. Su rostro me daba mucho miedo porque la piel le colgaba de tal forma que se podía adivinar la forma calavérica que había detrás. Después veo a la mujer tumbada en el suelo pidiendo ayuda con uno de sus brazos extendidos hacia mí. Me acerco a ayudarla y veo que sus ojos eran huecos. Despierto asustada; pero la anciana seguía ahí, durmiendo a mi lado.

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