15 may 2010

Era de noche y estaba con unos amigos que ahora no recuerdo quiénes eran. Estábamos en un callejón solitario y todo alrededor eran edificios silenciosos, unos pocos coches aparcados y escasas lámparas que alumbraban la calle. Teníamos la misión de descuartizar a alguien, pero antes teníamos que preparar un coche para la huida. Abrimos uno de los coches aparcados y dejamos dentro un llavero con 4 llaves (3 idénticas y una diferente). Pasa un hombre y se supone que lo descuartizamos, pero no vi nada de eso en el sueño, sólo sé que teníamos su cadáver en una maleta. Justo debajo del coche que nos alejaría de aquel lugar había como una especie de charco profundo a donde lanzamos la maleta que se hundió por completo al instante. Nos metemos en ese coche muy asustados, pero nos percatamos de que el llavero tenía 4 llaves idénticas. Entonces toda la operación había salido mal y teníamos que repetirla desde el principio.

13 may 2010

Estoy en el aeropuerto esperando que llegue la hora de subir a mi avión. Dejo mi equipaje para que lo guarden y entonces una trabajadora del aeropuerto me hace entrar a un salón y me dice que espere allí hasta que sea la hora de embarcar. Cuando entro al salón esa joven me deja dentro pegando un portazo. Veo que allí habían cuatro chicas de unos 20 años y otra señora muy gorda que tendría unos 60 y estaba sentada sobre una mesa llena de comida. Las 4 jóvenes me dicen al unísono -nosotras somos de los fariseos- y la señora gorda continúa -y yo de los hebreos-. Yo no contesto nada. Intentando ignorarlas me acerco a un sillón y me siento. La señora pretende llamar mi atención preguntando mi nombre. Yo la miro pero no le digo nada. Me dice, -quieres un poco de gato- y veo que sobre la mesa había un gato sentado, erguido en sus patas delanteras, pero sin pelos y con la carne dorada, como asado. La mujer arranca un trozo de carne del animal y empieza a comérselo. Me da mucho asco pero no hago ningún gesto, miro a otro lado como si nada de aquello me inmutara. Después la mujer se levanta de la mesa y se quita toda la ropa y comienza a caminar así desnuda por todo el salón. Yo me quedo pasmada y me sentía cada vez más incómoda. Escucho un murmullo entre las jóvenes y cuando las miro veo que están inquietas, como locas mirando a la señora. La miraban con deseo, como si fueran hombres. Le echaban miradas lascivas y se movían en sus sillas como autoconteniéndose para no saltarle encima. Eso ya me parecía demasiado y me levanté y me acerqué a la puerta para salir de allí.