17 mar 2010
Mis abuelos vienen a visitarme. Me sorprendo porque dentro de unos pocos días llegaría una tía a quedarse un mes con nosotros y yo tenía que darle incluso mi cama y dormir sobre un colchón de espuma en el suelo. Mis abuelos sabían esto y yo les pregunto que por qué se les ocurre venir justo cuando mi tía está a punto de llegar; si es que no hay espacio para todos. Ellos dicen que se aburrían mucho en casa; pero empiezan a hacer cosas raras y hay que estar supervisando todo el tiempo, como si fueran dos niños pequeños. Por ejemplo, pillo a mi abuelo duchándose con la puerta del baño abierta y todo el mundo podía verlo desnudo a través de la mampara, o mi abuela enciende mi ordenador sin tener idea de como funciona, pero yo con los nervios a punto de estallar, conteniéndome les digo que por favor se estuvieran tranquilos, que qué les pasaba y por qué se comportaban de esa manera... Después, para colmo, viene mi novia a casa y no sé por qué motivo se trae a un montón de gente y además comienza a sacar mis dibujos y a ponerse a dibujar sobre ellos, como repasando las líneas de contorno y todo delante de toda esa gente que yo no conocía. Ellos miran como ella repasa el dibujo y se quedan admirados y sonríen y la felicitan como si hubiera sido ella la que hubiera dibujado todo... Yo me quedo alucinado, no sabía que hacer. Tenía unas ganas tremendas de gritar con todas mis fuerzas y sacarlos a todos a patadas de mi casa. Se estaban volviendo locos o qué... Fue terrible, me desperté con mucha ansiedad.
4 mar 2010
Estoy con mi familia en lo alto de las gradas de una especie de gigantesco estadio repleto con miles de personas. El espacio inferior es como un solar en obras en el que se ve también un canódromo. Un perro blanco olfatea nervioso en las rendijas de una construcción de hormigón que hay en el centro del circuito.
Hacia mi izquierda, en el suelo central del estadio, un operario coloca una enorme roca en un agujero del suelo de más de un metro de boca. Conforme la piedra se va asentando, va descendiendo al ir desmoronándose los bordes de tierra del orificio. Se detiene en un resalte más estrecho y finalmente cae por una especie de sima profunda. Ahora veo la cavidad a la derecha del estadio. Espero inquieto el ruido de la caída en el fondo, pero tarda muchos segundos, dándome cuenta de que el estadio se sitúa encima de una gran sima subterránea. El golpe de la roca al tocar fondo, hace temblar todo y las paredes de la sima comienzan a desmoronarse y ser engullidas por la caverna, extendiéndose la boca hacia las gradas donde se encuentra la muchedumbre que parece no darse cuenta del peligro de hundimiento de todo el complejo. De hecho pienso que ya ha debido de ir cayendo la gente que estaba en las pistas y que nunca podrá ser rescatada.
Me vuelvo hacia mi izquierda (estoy en la grada superior) y hago gestos y grito a la fila para que vayan saliendo inmediatamente pero con tranquilidad por la salida de una rampa al exterior que hay en la parte superior. Pienso con inquietud que mi mujer se había ido unos instantes antes hacia la zona de la derecha de las gradas, más cerca de la zona de la sima que se abre.
Hacia mi izquierda, en el suelo central del estadio, un operario coloca una enorme roca en un agujero del suelo de más de un metro de boca. Conforme la piedra se va asentando, va descendiendo al ir desmoronándose los bordes de tierra del orificio. Se detiene en un resalte más estrecho y finalmente cae por una especie de sima profunda. Ahora veo la cavidad a la derecha del estadio. Espero inquieto el ruido de la caída en el fondo, pero tarda muchos segundos, dándome cuenta de que el estadio se sitúa encima de una gran sima subterránea. El golpe de la roca al tocar fondo, hace temblar todo y las paredes de la sima comienzan a desmoronarse y ser engullidas por la caverna, extendiéndose la boca hacia las gradas donde se encuentra la muchedumbre que parece no darse cuenta del peligro de hundimiento de todo el complejo. De hecho pienso que ya ha debido de ir cayendo la gente que estaba en las pistas y que nunca podrá ser rescatada.
Me vuelvo hacia mi izquierda (estoy en la grada superior) y hago gestos y grito a la fila para que vayan saliendo inmediatamente pero con tranquilidad por la salida de una rampa al exterior que hay en la parte superior. Pienso con inquietud que mi mujer se había ido unos instantes antes hacia la zona de la derecha de las gradas, más cerca de la zona de la sima que se abre.
3 mar 2010
Estoy en un bosque y veo a lo lejos una casita de madera con porche. Estaba un poco descuidada y vieja. Veo a mi prima Leticia salir al porche, pero ella no me ve a mí. Yo estoy escondida entre los árboles. Todo está muy silencioso y siento una gran soledad dentro de mí. En toda aquella espesura estábamos sólo las dos. Ella seguía allí, girando la cabeza despacio, mirando para todos lados con los ojos entornados, como queriendo divisar algo a lo lejos. Entonces escucho un grito ahogado a mi lado y veo a mi bisabuela ahí mismo al lado mío que se está hundiendo en un pantano y está pidiéndome ayuda estirando los brazos hacia mí y con una voz desesperada, pero muy bajita, apenas se oía.
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