1 dic 2009

Camino de noche a lo largo del borde de un inmenso estanque rectangular y al acercarme a una de las esquinas veo el cuerpo de un muchacho flotando boca abajo junto a la orilla, al lado de un balón hinchable. Veo que tiene la cabeza girada y la nariz ligeramente fuera del agua, pienso que aún puede respirar y efectivamente noto que se mueve por lo que, venciendo cierto temor a meterme en el agua oscura, entro en el estanque (muy poco profundo) y recojo al joven en mis brazos. Lo llevo a cuestas hasta una gran casa cercana, como un club deportivo en el que un grupo de médicos nos reciben. Les digo que ha padecido un ictus cerebral y ellos hacen gestos y comentan que eso es un problema muy serio, pero parece que no hacen mucho caso y se van alejando tranquilamente cada uno por su lado.

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