12 nov 2009
Voy con mi mejor amigo y una niña que no conozco caminando por un puerto donde hay mucho movimiento: aviones volando muy bajo que casi puedo tocarlos, barcos de guerra, soldados. Todos corren como locos, pero yo no estoy nervioso, todo es como si fuera una película. Incluso saco mi cámara y me pongo a tomar fotos de los aviones que podían verse a contraluz. Sin embargo, veo a lo lejos uno de los soldados que cae al suelo y empieza a soltar sangre por todos lados, como si algo hubiera explotado en su interior. Ahí empiezo a asustarme bastante y llamo a mi amigo y salimos corriendo. Empiezo a sentir como mi ropa se iba consumiendo, quemando por una especie de gas ácido. Estoy muerto de miedo e intento encontrar un lugar donde meterme. Mi amigo abre una puerta que da a una especie de almacén y ahí mismo nos metemos. La niña se tira al suelo como agonizando, pero no le pasaba nada. Los nervios la tenían como loca, y lloraba y gritaba. Yo seguía muy nervioso y seguía buscando más cobijo hasta que encuentro una puerta en el suelo del almacén y la fuerzo para abrirla, pero no había forma de que se abriera. Todo empieza a temblar a nuestro alrededor y algunos trozos del techo empiezan a caer encima de nosotros... [Justo entonces sonó el despertador].
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