14 jul 2009

Me ecuentro en una barca viendo acercarse una gigantesca ballena de jade como saliendo del muelle de un puerto. Una voz como de narrador de noticias dice que es una antigua nave, joya de la corona de la antigua Persia. La inmensa ballena de piedra tallada se abre como una tapa y deja ver en su interior un enorme buque rectangular formado por cientos de pequeños compartimentos cuadrados abiertos al exterior, por los que asoman personas.
En la cubierta superior hay un pasillo corrido sin barandilla a lo largo de todo el perímetro del buque en el que hay una fila de personas de todas las edades de espaldas al mar, frente a otra fila de personas con pistolas apuntándoles metidas en pequeños compartimentos. Es como un gran barco en el que se realizan antiguos rituales de juegos de azar, una especie de ruleta rusa. De vez en cuando van sonando disparos y algunos de los que están en el borde caen al agua.
Veo que mi hijo pequeño está en una esquina de la fila y pienso que no es bueno que esté viendo eso. Empiezo a gritar llamándolo para que deje de mirar, cuando veo que también le están apuntando. Lo veo desde mi barca, muy por debajo del enorme buque. Desesperado, grito su nombre para que me oiga y salga de allí. Al fin me oye y se inclina echándome los brazos para que pueda cogerlo. Pienso que ya ha decidido no seguir el juego y se ha salvado viniendo conmigo.
Estoy ante una casa sin fachada, como de muñecas, en la que todos los objetos y personas (tumbadas) están envueltos en cintas con la palabra “guilty”. Los suelos están algo inclinados y parece fácil resbalarse y caer por la pared que falta. Un bebé baja por las escaleras, la niñera se sienta en una silla al borde de la acera mirando hacia la calle, de espaldas al niño que ahora avanza por la acera. Pienso que cuando llegue a la esquina pueden atropellarlo los vehículos que pasan. Cuando llega, ya no hay vehículos sino un potro de patas largas y musculosas y una cría de elefante, pienso que vienen de un circo. Una niña india se acerca y le decimos (estoy con alguien más) que podría venirse con nosotros, su vida sería mejor. Temo que empiece a gritar que la estamos secuestrando pero calla y parece que le gusta la idea.

13 jul 2009

Estoy con mi cuñado viendo la tele y de pronto le digo: “¡Qué fresquito se ha de sentir al caminar descalzo sobre el agua!”. Mi cuñado me reta diciéndome a ver cuál de los dos era capaz de caminar sobre el agua sin hundirse; pero resulta que después me veo compitiendo con un trineo de plástico que impulso con mis pies, arrastrándome carretera abajo. El objetivo era llegar a casa, a donde parece que llego primero y allí me esperaban un montón de Chupa Chups, yogures y galletas, apilados en mi salón como si estuvieran en el almacén de un supermercado.